Ensayo sobre: El alma del hombre bajo el socialismo

Autor: Oscar Wilde
Género: Ensayo/Política
Idioma: Ingles  
Síntesis:


En esta obra el escritor Oscar Wilde, expresa su visión del Socialismo. Wilde no era un sujeto activo, pero si entendía de una manera muy inteligente el movimiento socialista y creó su Utopía personal de un mundo a futuro. Estas ideas son plasmada por el autor antes mencionado en el ensayo llamado "El alma del hombre bajo el socialismo", escrito en los años finales de su vida.

Se puede hallar ingredientes de la excepcional vitalidad de que era portador, para nuestra más cabal comprensión de los tiempos que vivimos. Es este un pequeño ensayo de poco más de treinta páginas en el cual se encuentran reunidas las ideas principales de lo que consideramos la primera crítica, articulada y fértil de lo que sería nuestra época. Este autor fue un gran hombre, un genio mártir de su época. Él no era socialista en el sentido activo de la palabra, pero era un simpatizante, y un observador inteligente. Aunque sus profecías no se hayan cumplido, el transcurso de los años no les ha quitado todo interés.


La visión de Wilde sobre el socialismo, que en su época debía ser compartida por muchas personas que no la expresaron tan bien como él, es utópica y anarquizante. En su opinión, la abolición de la propiedad privada posibilitará un pleno desarrollo del individuo, y nos liberará de "la mezquina necesidad de vivir para los otros". En el futuro socialista no solo no habrá pobreza ni inseguridad, tampoco existirá la esclavitud del trabajo, la enfermedad, la fealdad ni el desperdicio del espíritu humano en fútiles enemistades y rivalidades.
El autor expresa en su ensayo que el sufrimiento dejará de ser importante: por primera vez en su historia el hombre podrá desarrollar su personalidad a través de la alegría y no mediante el padecimiento. Los delitos desaparecerán, pues no habrá razones económicas para cometerlos. El Estado dejará de gobernar y se mantendrá simplemente como un órgano para la distribución de los bienes necesarios. La totalidad de las actividades desagradables se realizarán por las máquinas, y todo el mundo será completamente libre para elegir su trabajo y su manera de vivir. El mundo se poblará de artistas, cada uno de los cuales buscará la perfección en la forma que le parezca mejor.


Leer actualmente estas optimistas previsiones provoca bastante tristeza. Por supuesto, Wilde sabía que en el movimiento socialista existían tendencias autoritarias, pero no creía que fuesen a imponerse. Con una especie de ironía profética, escribió: "No puedo creer que haya hoy ningún socialista que proponga que por las mañanas fuera un inspector de casa en cada casa para obligar a cada ciudadano a levantarse y a efectuar su trabajo manual durante ocho horas". Esto, lamentablemente, es exactamente lo que propondrían numerosos socialistas de hoy en día. Evidentemente algo ha fallado. El socialismo, en el sentido de colectivismo económico, está conquistando el mundo con una rapidez que apenas habría parecido posible hace sesenta años, pero la utopía, en todo caso la utopía de Wilde, no está más cercana de lo que estaba.  ¿Dónde está el error?


Es lo que me planteé al terminar de leer su ensayo. Pero esto no quiere decir que Wilde estuviera totalmente equivocado. Lo malo de los períodos de transición es que la dura actitud que generan tiende a volverse permanente. Todo indica que es lo que ocurrió en la antigua Rusia soviética. La dictadura supuestamente establecida para un objetivo limitado en el tiempo ha echado raíces y ha permanecido, y hemos llegado a un punto en que se piensa que el socialismo significa campos de concentración y policía secreta. Por lo tanto, el panfleto de Wilde –Noticias de ninguna parte, por ejemplo - tienen un valor. Podría ser que en ellos se pida lo imposible, y que a veces parezcan anticuados y ridículos –al fin y al cabo toda utopía refleja necesariamente las ideas estéticas de su propia época-, pero al menos miran más allá de la etapa de las colas para la comida y de las disputas de partido, y le recuerdan al movimiento socialista su objetivo original y medio olvidado de la fraternidad humana.

La principal ventaja que acarrearía la implantación del Socialismo es, sin duda, la de relevarnos de la sórdida necesidad de vivir para otros que, en el actual estado de cosas, tanto presiona sobre casi todos. En realidad, casi nadie escapa a ella. De tanto en tanto, en el curso del siglo, un gran hombre de ciencia como Darwin; un gran poeta como Keats; un fino espíritu crítico como el del señor Renan; un artista supremo como Flaubert, ha podido aislarse, mantenerse fuera del alcance de los clamorosos reclamos de los demás, mantenerse al resguardo del muro como dice Platón, y así realizar la perfección que había dentro suyo, para su propio incomparable beneficio, y para el incomparable y duradero beneficio de todo el mundo. Estas, sin embargo, son las excepciones. La mayoría de la gente arruina su vida por un malsano y exagerado altruismo; en realidad, se ven forzados a arruinarse así. Es inevitable que se conmuevan, al verse rodeados de tan tremenda pobreza, tremenda fealdad, tremenda hambre. En el hombre, las emociones se suscitan más rápidamente que la inteligencia; y como señalara hace algún tiempo en un artículo sobre la función de la crítica, es mucho más fácil solidarizarse con el sufrimiento que con el pensamiento. De esta forma, con admirables, aunque mal dirigidas intenciones, en forma muy seria y con mucho sentimiento, se abocan a la tarea de remediar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad: simplemente la prolongan. En realidad sus remedios son parte de la enfermedad.


Tratan de resolver el problema de la pobreza, por ejemplo, manteniendo vivos a los pobres; o como lo hace una escuela muy avanzada, divirtiendo a los pobres. Pero ésta no es una solución; es agravar la dificultad. El objetivo adecuado es tratar de reconstruir la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible. Y las virtudes altruistas realmente han evitado llevar a cabo este objetivo. Así como los peores dueños de esclavos fueron los que trataron con bondad a sus esclavos, evitando así que los que sufrían el sistema tomaran conciencia del horror del mismo, y los que observaban lo comprendiesen, igual sucede con el estado actual de cosas en Inglaterra, donde la gente que más daño hace es la que trata de hacer más bien; y por fin hemos tenido hombres que estudiaron realmente el problema y conocen la vida -hombres educados que viven en el East End -adelantándose e implorando a la comunidad para que restrinja sus impulsos altruistas de caridad, benevolencia y otros parecidos. Se basan en la afirmación de que la caridad degrada y desmoraliza. Están perfectamente en lo cierto. La caridad crea una multitud de pecados. También debe decirse esto al respecto. Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto.


Bajo el Socialismo todo esto, naturalmente, se modificará. No habrá gente viviendo en fétidas pocilgas, vestida con hediondos andrajos, criando niños débiles, acosados por el hambre, en medio de circunstancias absolutamente imposibles y repulsivas. La seguridad de la sociedad no dependerá, como sucede ahora, del estado del tiempo. Si llega una helada no tendremos a cien mil hombres sin trabajo, deambulando por las calles miserablemente, o pidiendo limosna a sus vecinos, o apiñándose ante las puertas de detestables albergues para tratar de asegurarse un pedazo de pan y un sucio lugar donde pasar la noche. Cada miembro de la sociedad compartirá la prosperidad y felicidad general, y si cae una helada, prácticamente nadie estará peor.


Por el otro lado, el Socialismo por sí mismo será valioso simplemente porque conducirá al Individualismo.

El Socialismo, el Comunismo, o como uno quiera llamarlo, al convertir la propiedad privada en riqueza pública, y al reemplazar la competencia por la cooperación, restituirá a la sociedad su condición de organismo sano, y asegurará el bienestar material de cada miembro de la comunidad. Dará a la Vida una base y un medio adecuados. Pero algo más se necesita para que la Vida en su desarrollo completo, logre su más alta forma de perfección. Se necesita el Individualismo. Si el Socialismo es Autoritario; si hay Gobiernos armados de poder económico, como lo están ahora de poder político; si, en una palabra, llegamos a Tiranías Industriales, entonces la condición del hombre sería peor que la actual. Mucha gente, en el presente, a raíz de la existencia de propiedad privada, puede desarrollar un muy limitado Individualismo. Son los que no necesitan trabajar para vivir, o pueden elegir la esfera de actividad que realmente se aviene a su personalidad y les brinda placer. Son los poetas, los filósofos, los hombres de ciencia; en una palabra, los hombres auténticos, los hombres que se han realizado, y con los que la Humanidad entera logra una parcial realización. Hay en cambio mucha gente que, sin propiedad privada y estando siempre al borde del hambre, se ve obligada a hacer el trabajo de bestias de carga, tareas que nada tienen que ver con ellos y a las cuales se ven forzados por la perentoria, irracional, degradante tiranía de la necesidad. Estos son los pobres; no hay gracia en sus maneras ni en sus palabras, ni educación, cultura o refinamiento en sus placeres, ni gozo por la vida. La Humanidad se beneficia en prosperidad material, con el aporte de su fuerza colectiva. Pero solamente el aspecto material es el que se beneficia; y el hombre que es pobre, en sí mismo no tiene absolutamente ninguna importancia. Es meramente el átomo infinitesimal de una fuerza que, en lugar de tomarlo en cuenta, lo destroza; en realidad, lo prefiere destrozado, ya que de esta forma es mucho más obediente.

Es algunas de las ideas que plantea Wilde, efectúa un juego de palabras intraducible en su doble sentido, ya que el vocablo inglés drama abarca tanto el concepto de cada obra teatral en particular como todo el género dramático en general.

Su pasión por la estética y su militancia en las ideas del socialismo no deja de resultar en apariencia sorprendente en un escritor que mostraba un marcado esnobismo en las relaciones sociales que mantenía, en su inclinación por los círculos elitistas de la cultura, que parecían estar muy lejos de la laboriosa construcción de un nuevo estruendo que ensordeciese el mundo y que dotase a los desposeídos de una confesión y de una voluntad.


El ensayo que aquí comentamos es en esencia premonitorio; nos dice:

La principal ventaja que resultaría del establecimiento del Socialismo sería, indudablemente, que el Socialismo nos relevaría de la sórdida necesidad de vivir para otros, la cual, en las condiciones de hoy, presiona de manera tan fuerte sobre todo el mundo. De hecho, nadie escapa.

Las condiciones materiales objetivas de la producción capitalista, las cuales ejercen una enorme presión sobre la vida cotidiana de las personas, definitivamente eran para Wilde una desgracia indescriptible. La pobreza que el poeta critica, y que presencia con inquietante agitación, no es una elección que han hecho los hombres, sino una condición que la sociedad burguesa les ha asignado. Por eso, propone: "El objetivo apropiado sería intentar reconstruir la sociedad sobre tales bases que la pobreza sea imposible".


La reconstrucción de la sociedad en este caso, no será el gesto antojadizo de aquellos que se sienten a sí mismos depositarios de las fórmulas correctivas correspondientes, sino sobre todo de hombres y mujeres que han recuperado su verdadero y profundo sentido de la individualidad: los artistas y los intelectuales en general. Bien por ello, podemos definir a Oscar Wilde como el "primer intelectual contemporáneo".


Para Wilde, el gran logro del socialismo sería precisamente despejarles a los hombres el camino hacia el todo comprensivo despliegue de su individualidad. Pero el régimen de propiedad privada, causante principal de esta pobreza que Wilde critica, se encuentra en la esencia misma del perfil material que explica el estrangulamiento del alma de los hombres en el capitalismo. En el socialismo, el alma será un asunto de la máxima importancia porque su expansión o su destrucción son decisiones que le pertenecen a los individuos, no a los estados, enemigos feroces de la individualidad de las personas. "El estado hará lo que es útil. El individuo lo que es bello".


La contemporaneidad de esta obsesión por el individualismo, hace de Wilde un profeta de los tiempos actuales. La modernidad de su racionalismo cede lugar finalmente a la contemporaneidad de sus emociones, cuando estas reposan más en las contorsiones existenciales de los individuos antes que en los espasmos colectivos de las comunidades. El socialismo de Wilde no tiene nada que ver con una determinada concepción del Estado. En eso se nos parece más a un anarquista. Y el pensamiento ácrata pertenece al futuro, no al pasado. Pero además es un anarquismo individualista, para el cual "la verdadera perfección del hombre reside no en lo que el hombre tiene, sino en lo que el hombre es".


En el ensayo Wilde planta que debido a la existencia de la propiedad privada, una cantidad importante de gente ha podido desarrollar cierta dosis de individualismo. No necesitan trabajar para vivir, y debido a ello han podido escoger la esfera de actividad que les es pertinente y les dé placer. Ellos son los poetas, los filósofos, los hombres de ciencia, los hombres de cultura, en una palabra, los hombres de verdad, los hombres que se han realizado a sí mismos, y a través de los cuales la Humanidad se ha realizado parcialmente. Por otro lado, hay otra cantidad de gente que, sin tener ninguna propiedad material, y siempre al borde de la más pura miseria, son obligados a realizar el trabajo de las bestias de carga, un trabajo que no les agrada, y que deben cumplir en virtud de la perentoria, irracional y degradante tiranía de la necesidad. Ellos son los pobres, y carecen de buenos modales, de encanto en el hablar, de civilización, cultura o refinamiento en sus placeres, o de gusto por la vida. De su fuerza colectiva la Humanidad ha ganado mucho en prosperidad material. Pero sólo ha importado la ganancia material, y el hombre pobre no ha tenido absolutamente ninguna importancia. Él ha sido solamente un átomo infinitesimal de una fuerza que, si en algo importa, lo ha aplastado. Es más, lo prefiere aplastado porque de esta forma es más obediente.


El pobre no ha podido desplegar sus talentos y su personalidad porque la necesidad de comer, pagar una renta y educar parcialmente a su familia, le ha consumido toda su fuerza espiritual y mental. Estas son de alguna forma, las mismas reflexiones que por aquella época hacían también Marx, Engels, Bakunin y Flora Tristán. Sólo que ellos partían de la creencia de que, al introducir los cambios y transformaciones requeridos en la colectividad, el individuo cambiaría finalmente. Para Wilde el proceso debería recorrer un itinerario inverso: "Fuera de lo que uno mismo lleva en sí, todo parece carecer en absoluto de valor".


En conclusión se puede decir, que el alma del hombre en el socialismo, según lo imaginaba Wilde, no tenía nada que ver ni con el capitalismo rapaz, vulgar y ramplón, ni con el socialismo rígido y árido como una piedra. El tipo de socialismo en el que Wilde pensaba estaba más bien asentado en un conjunto de posibilidades mediante las cuales los hombres sacarían a la luz su espontaneidad, superarían la pobreza del que tiene mucho y fortalecerían la riqueza del que no tiene nada.


Con una audacia temeraria y a veces descabellada, Wilde les tiró a la cara a los victorianos su mediocridad, su descomunal burricia, y su inapelable conservatismo. Pero entendámonos, Wilde también era muy conservador, cuando su acercamiento a los griegos y a lo más exquisito de la cultura clásica lo imprecaba para sostener que los únicos valores aceptables eran los del mundo occidental, pensaba en que la única salvación posible estaba en brazos de Homero, Platón o Safo, es decir en algunos de los más excelsos representantes del individualismo greco-latino.


Por eso podemos establecer que las raíces del conservatismo burgués de corte victoriano, encontraba en quien defendía con tanto ahínco a la cultura helenística alguien de peligro y un posible corruptor. Los ecos del espíritu socrático se escuchaban aquí con una fuerza abrumadora. El conservatismo de Wilde se nutría de los griegos, el de los victorianos de su propia molicie y de una estulticia afincada en lo más selecto del materialismo capitalista: el culto a la tecnología. Por eso cuando el poeta irlandés les espeta que están destruyendo lo más noble de la herencia griega, su invocación es conservadora, pero está muy por debajo de una obsesión con la tecnología que se queda en los umbrales del régimen de propiedad privada.

En estas condiciones la actitud de Wilde es revolucionaria, y la de los técnicos y burócratas victorianos emerge como conservadora porque no reposa en los viejos criterios de la civilización occidental, es decir los del Renacimiento, de la Ilustración o de la Revolución Francesa, sino en los del maquinismo, que se sostienen sobre un presentismo sin pizca del sentido de la belleza. Las máquinas son eficaces no bellas. Tal y como sucedía con los romanos: un puente debía ser útil no estético. Por eso es que la mayor parte de los imperios, a todo lo largo de la historia, han confundido con una gran ceguera y escasez de sensibilidad la abundancia con la efectividad, la eficiencia con la creatividad, el simple buen gusto con el juicio crítico.

En pocas palabras y siguiendo con lo expresado en los párrafos anteriores el Ensayo en inglés de Oscar Wilde publicado en 1891. Expone su particular credo sobre el individualismo, desvelando los ideales de la renovación social bajo una nueva forma. Se deben solucionar los problemas sociales que causan el orden sociopolítico, el capitalismo y el Estado. Argumenta contra la caridad y el altruísmo, los pobres que son libres desprecian las migajas que caen de la mesa del rico dice Wilde. También aboga por el desarrollo tecnológico que permita a los seres humanos trabajar menos tiempo y poder cultivar la personalidad. Un ejemplo frecuente de Wilde es la actitud estética y la libertad individual en el artista, que para serlo debería salirse del conformismo social y la sumisión a la autoridad. En una sociedad socialista libre, la gente tendrá la posibilidad de realizar sus talentos; el "socialismo por sí mismo", escribe Wilde, "tendrá valor simplemente porque conducirá al individualismo".

Comentarios

  1. Hola, te dejo una observación, citas casi textualmente algunas partes del ensayo de Wilde y no pones comillas o no pones referencias, esto es indispensable por que se confunden tus palabras y opiniones con las palabras de Wilde y eso se llama plagio por que quien no ha leído el ensayo pensara que esas partes son tus ideas.

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  2. Hola, de acuerdo con las reglas es valida la observación., - aunque pido permiso para disentir de esas reglas. Quien estableció el plagio? que es plagio? El mismo Wilde solo replicaba literalmente las palabras de otros grandes pensadores antes de El. Las ideas que expresan el sentido común de la sabiduría humana son de dominio publico, están implantadas en la mente de todos, en la mente universal. Cuando alguien como Wilde se conecta con esta sabiduría, que hace que se comprendan todas las vertientes de la realidad humana como si fuese una una clase de kinder garden., las personas dormidas en su ignorancia consideran a esto grandeza, alguien que esta muy avanzado a su tiempo ... este es el motivo del tono reprensivo de Wilde, - como si estuviese hablándole a niños sin ningún conocimiento. - Me gustaría pensar que las citas textuales son de echo partes de las ideas del autor del ensayo.

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  3. : ) ¨Cuando una obra mía se publica se convierte en propiedad pública¨

    http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/16423035/O-Wilde-Frases-menos-conocidas.html

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