Un cinco de julio...(capitulo II)
II El Congreso. A todos estos momentos, andando tan inmerso en mi universo, he olvidado presentarme, a lo cual me disculpo. Mi nombre es Francisco Isnardi. No quiero caras de asombro, es cierto: yo soy el secretario del Congreso. -- ¡Don Isnardi! ¡Don Roscio! Adentro les esperan. Yo les cuido sus caballos. -- Gracias, enseguida entramos. Ya conocíamos lo que nos deparaban las próximas horas. Papeles, decretos, pelear por el ideal en común y tratar de mantener a estos “señores” en calma. La bulla del salón era insoportable, a pesar de estar muy acostumbrado a este ambiente, sigo prefiriendo estar en algún otro lugar. Juan Germán no paraba de saludar a los distinguidos de la sala, con una actitud casi desafiante. Espero que la reunión de hoy empiece temprano. No había terminado de idear esa última frase cuando nos llaman a sesión. ¡Gracias Dios todo poderoso! Haz escuchado los ruegos de tu hijo. ¡Empecemos pues con este circo! De inmediato, el Presidente del Congreso, Diputado Ju